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El debate se gana el 1º de julio. Por eso la pregunta no es quién ganó el debate, sino qué papel tienen los temas que más nos importan a raíz del debate. Confundimos el debate con las elecciones. Las elecciones son las que definen quién ganará. Y buscando ayudarte a colocar nuestros temas en las siguientes elecciones te quiero compartir tres reflexiones a raíz del debate:
- No se atendieron los temas más sensibles de la sociedad. En la primera y segunda parte mencionaron el combate a la corrupción y la impunidad, pero no asumieron la frustración que sentimos los ciudadanos. El debate no debe ser solo un encuentro de sus objetivos sino un espacio para atender a los nuestros.
- Perdió la vida y la familia. En el debate hubo un espacio para hablar sobre los grupos vulnerables. ¿De qué hablaron ahí? No mencionaron a los hijos en gestación, el derecho a la vida. Lo único que preguntaron solamente a dos de los candidatos tuvo que ver con el cambio del matrimonio. ¿Acaso esa cuestión está por encima del derecho a la vida, o es siquiera relevante dentro de la atención de grupos vulnerables? El sesgo ideológico se notó por la ausencia del respeto al derecho a la vida.
- El debate nos permitió conocerlos mejor. Es necesario observar qué cualidades tienen los candidatos para gobernar. Me explico: imagínate que te sientes enfermo, y una persona es muy acertada en sus diagnósticos pero solo sabe recetar remedios superficiales, o dice: “tómate un té”. ¿Confiarías en él para una enfermedad grave? No solo se necesita ofrecer buenos diagnósticos sino también deben poseerse las cualidades personales e institucionales que permitan que se acabe la corrupción, que se acabe la inseguridad, que se proteja la vida de los niños antes de nacer, y que se proteja a la familia. Piénsalo: gobernar un país requiere más que buenas intenciones.
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