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“La Iglesia irá donde el Estado no se atreve”

 

Impulsa programa para evitar que jóvenes sean reclutados por el "narco". Comenzará en las colonias altas de Acapulco.


  

 

En uno de los estados con mayor tasa de homicidio juvenil del país y con la máxima de llevar a Dios a donde el Estado no entra —como las colonias abandonadas de Acapulco—, la Iglesia católica está en proceso de lanzar un programa con el que busca evitar que jóvenes sean reclutados como carne de cañón para el narcotráfico. Es una tarea para la que no se pudo elegir una región más simbólica y fértil para las organizaciones criminales: parroquias en las zonas más conflictivas del puerto, justo en una de las ciudades más peligrosas de México.


"Queremos construir la paz desde un principio. Es entrar en contacto con jóvenes en situación de riesgo y rehabilitarlos. Ya estamos buscando y contactando a pandilleros, grafiteros, franeleros, regetoneros, todos aquellos que estén en vulnerabilidad o marginación, y que son caldo de cultivo del crimen organizado", dijo a MILENIO Tomás Perulero Muñoz, encargado del proyecto de atención juvenil de la arquidiócesis de Acapulco. El plan es arrancar en las colonias altas del puerto a finales de febrero.


Desde hace varias semanas y de cara al momento en el que proyecto inicie formalmente, cuadrillas de jóvenes vinculados a la Iglesia se han dado a la misión de peinar 12 de las colonias más inseguras de la ciudad. Como comandos lanzados a territorio hostil; se les ha pedido insertarse entre sus "tribus urbanas" más violentas y ganarse su confianza. No es tarea fácil: entre éstas se encuentran algunas de las pandillas de las que los cárteles de la droga han aprendido a nutrirse de nuevos reclutas con suma eficiencia.


Los comandos cristianos tendrán por tarea identificar a jóvenes en riesgo de caer en delincuencia o que ya han delinquido y que puedan ser rehabilitados mediante "terapia psicosocial". Después, para continuar con su rehabilitación, esos muchachos serán invitados a uno de los nuevos centros juveniles de paz que la arquidiócesis de Acapulco ha establecido en una decena de parroquias de la ciudad en los últimos meses.


Por razones de seguridad, la ubicación exacta de los nuevos centros juveniles de paz se mantiene en reserva para no arriesgar a los jóvenes que recibirán asistencia, entre ellos muchachos a los que el crimen organizado ya ha tratado de reclutar como halcones, sicarios o soplones. Solo se sabe que son zonas con altísimos índices de homicidio y secuestro, características comunes en la periferia acapulqueña, en donde la Secretaría de Gobernación ha ubicado cinco de las colonias de más alta incidencia violenta en el país: Jardín Palmas, Progreso, Barrio de Petaquillas, Renacimiento y Emiliano Zapata. Todas sufren de tasas de homicidio que rivalizan con las de Centroamérica.


El proyecto fue elaborado con asistencia de la Conferencia del Episcopado Colombiano y la experiencia que tuvo la Iglesia en zonas conflictivas de Bogotá, Barranquilla y Cali. En su versión mexicana, llevará por título Centros Integrales de Acompañamiento y buscará suplir algunos de los principales vacíos sociales en la vida de los jóvenes que habitan en el Acapulco marginal.


Tendrá muchos potenciales clientes: en Guerrero, 26 por ciento de la población se ubica entre los 15 y 29 años de edad, una etapa particularmente vulnerable a la violencia y cooptación criminal. Las tasas de delincuentes menores de edad son de las más altas del país: tan solo en 2012, 10 mil jóvenes guerrerenses fueron procesados por algún delito, entre ellos 562 por homicidio, 146 por secuestro, 276 por robo de vehículo y mil 607 por lesiones.


En esencia, "queremos tener mecanismos de encuentro y ayudarles con actividades deportivas, talleres de habilidades y atención psicosocial. Queremos rescatarlos antes de que cometan un error", comentó Perulero.

 

 

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