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Un año de #BringBackOurGirls: Niñas siguen secuestradas y el mundo olvida a Nigeria

Las niñas viven en una situación difícil, de riesgo total, algunas son secuestradas y jamás vuelven, algunas vuelven con severos daños psicológicos y escasa ayuda del gobierno o instituciones.


  

 

Casi un año después de que el grupo extremista musulmán Boko Haram secuestrara cientos de niñas escolares en Nigeria, el personal humanitario en la zona está luchando contra lo que consideran una inacción mundial frente a la crisis en la región.


La mayoría de las niñas secuestradas de la región de Chibok no han sido rescatadas, aunque algunas han escapado por su cuenta. "Eso nos envía un fuerte mensaje –no solo a los nigerianos, sino a toda la raza humana– de que más de 200 niñas pueden ser secuestradas en algún lugar y 343 días después no han regresado. Ese es un gran problema al que tenemos que hacer frente", dijo Bukky Shonibare, una trabajadora humanitaria nigeriana que fue coordinadora estratégica de la campaña #BringBackOurGirls ("devuélvannos a nuestras niñas").


Ese movimiento intentó crear conciencia sobre las niñas secuestradas por Boko Haram, el 15 de abril de 2014. La mayoría de las niñas aún no han sido rescatadas, mientras que 57 han logrado escapar por su propia cuenta, dijo Shonibare.


Shonibare dio una conferencia el 23 de marzo en el Instituto Hudson sobre Boko Haram y la crisis humanitaria en Nigeria. Junto a ella se encontraba el abogado de derechos humanos nigeriano Emanuel Ogebem que también habló sobre la promesa de lealtad al Estado Islámico hecha por el grupo extremista africano.


Boko Haram, cuyo nombre significa "la educación con libros está prohibida", ha realizado una ola de ataques y secuestros en el oeste de África, creciendo en número y grado desde 2009. Sus ataques han dejado más de 15,500 muertos desde 2012.


Cualquier respuesta a los secuestros debe ser "holística", insistió Shonibare, porque las niñas secuestradas por el grupo extremista musulmán regresaron embarazadas o infectadas con VIH.


Algunas incluso desarrollaron un "síndrome de Estocolmo", o lealtad con sus captores, lo que "nos da temor, porque estas personas tienen la tendencia a perpetrar el mismo mal que sus secuestradores perpetraron", dijo Shonibare.


En un macabro ejemplo, una niña que regresó del cautiverio procedió a matar a su propia madre.

 

 

 

 

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