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Niños invisibles

Es un tema que debe ser examinado a fondo para establecer leyes que protejan a estos niños. Es anticonstitucional que vivan en la indefinición jurídica.


  

 

Son casi 400 los niños que nacieron y viven en prisión con sus madres; pero son muchos más los que están ahí, ya que llegaron al reclusorio con sus mamás siendo bebés y de éstos ni siquiera hay un censo.


En México jurídicamente estos menores no existen. En cada cárcel se determina si pueden estar ahí y hasta qué edad. Por ejemplo, en el DF pueden permanecer al lado de sus progenitoras hasta los 6 años. En Guerrero, hasta los 12. En otros lugares, como Ciudad Juárez, en varios penales se tiene un sistema que dicta que los niños no pueden estar en esas instalaciones, pero se encuentran en una guardería donde las madres pueden visitarlos.


Naciones Unidas resolvió, a través de la sección de delito y tratamiento del delincuente, que es más importante salvaguardar el apego del niño a su madre a que esté fuera de la prisión.


En México más del 70 por ciento de las mujeres está preso por haber apoyado a hombres a cometer delitos. Gran parte de éstos, su pareja, quien igualmente está en reclusión. Por ende muchos menores que tienen una madre en el reclusorio también tienen a su padre dentro.


Por otra parte, en muy pocas prisiones hay sitios destinados para féminas con bebés. La mayoría de las veces se quedan en pasillos o bodegas, lugares poco salubres o bien en las celdas con varias reclusas. Hay una explicación irracional que dice que son tan pocas las mujeres en esta situación que destinarles un presupuesto para que estén con sus hijos en un lugar poco más protegido es excesivo.

 

Éste ha sido un dilema desde hace muchísimos años. ¿Hasta cuándo debe el menor permanecer con su madre dentro de la prisión? ¿Es viable que viva todas las inclemencias que se dan dentro del reclusorio o es mejor que esté fuera, donde muchas veces no tiene a nadie que lo cuide? ¿Es más sano que esté en instituciones gubernamentales?


Saskia Niño de Rivera, presidenta de Reinserta, una asociación dedicada a apoyar a presos para que puedan reincorporarse a la sociedad, presentó el libro titulado Niños invisibles. Dentro de estas páginas hay fotografías y dibujos de lo que viven estos menores.


En un dibujo uno escribe: "Mi abuelito a veces se enoja con mi mamá porque no le da la íntima". Claramente habla de incesto.


Saskia explica que muchos dibujos muestran la violencia que viven estos niños día a día y la sobreestimulación sexual. Casi todos están presentes durante las visitas conyugales de sus madres porque éstas no los pueden dejar en otra parte. Otros presencian relaciones sexuales lésbicas de otras reclusas en la celda.


Existe un estudio en el cual se habla de sustentabilidad y vulnerabilidad y se destaca que el 67 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 20 años tiende a abandonar la escuela si sus padres ingresan a prisión.


Saskia es enfática cuando habla de este tema, que el caso de cada madre debe ser tratado de manera individual. No es lo mismo la mujer que está sentenciada por secuestro que aquella que debe purgar una pena por robo, muchas veces por algo para darle de comer a sus hijos. Muchas féminas presas tienen además otros hijos, fuera de la cárcel. Para aquellas que han cometido delitos menores se debería analizar la posibilidad de imponerles prisión domiciliaria y así tener quién cuide a esos menores.

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