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¿Vengarse o perdonar en un mundo violento?

Perdonar no significa aceptar el mal y mucho menos significa dejar la lucha contra la injusticia y la impunidad.


  

 

"La violencia engendra violencia, la venganza, venganza. Y si alguno piensa que el perdón es una virtud de los débiles, que haga la prueba a ver que es más difícil, vengarse o perdonar". Es el reto que propone el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera.


En la homilía de la Misa que presidió ayer por la clausura de la XXI Asamblea Diocesana en el Seminario Conciliar de México, el Cardenal reflexionó sobre la urgencia del perdón tras los atentados de París en el que el Estado Islámico asesinó a más de 120 personas.


"Con toda claridad tengo que decirles que el tema (del perdón) ni es atractivo ni está de moda, porque el perdón y la misericordia no pueden estar de moda en un mundo de venganza y violencia".


"Nos ha tocado vivir en una civilización tan dura, que a veces uno piensa que ya sería mucho que cumpliéramos la ley del talión, la del 'ojo por ojo y diente por diente', la que prohíbe vengarse más allá del mal recibido", dijo luego.


El Cardenal Rivera recordó que "nuestro siglo ha sido testigo no solo de dos guerras mundiales sino de innumerables guerras civiles y de continuas guerras regionales en donde la crueldad y la barbarie parecen no tener límites. Pero quizá por esto mismo, aunque el mensaje no sea atractivo ni de moda, es un mensaje de una actualidad y de una necesidad impresionantes. Y lo es más ahora que estamos constatando las muertes y las amenazas sanguinarias de algunas sectas radicalistas del Islam".


Es Jesús quien proclama con radicalidad el perdón siempre "incluso al que continúa pagando el bien con el mal. Lección difícil, pero absolutamente necesaria ya que en esta capacidad de perdonar nos jugamos el ser o no cristianos y más aún, nos jugamos nuestro destino eterno", prosigue.


El perdón, resaltó el Arzobispo Primado de México, es una "virtud absolutamente necesaria en la convivencia familiar y social, ya que ni siquiera la justicia, con ser tan importante, basta para restablecer el equilibrio tantas veces roto por los errores en la vida matrimonial, familiar, profesional, de amistad y en las múltiples relaciones sociales".


"Perdonar a los demás como Dios nos perdona, es una buena motivación, pero no la única. Jesús nos propone otra motivación más fuerte: 'Sean misericordiosos como el Padre Celestial es misericordioso'. La misericordia nos ayuda a superar nuestra visión legalista y justicialista; es una expresión muy delicada del amor; es la única que es capaz de romper la espiral de la violencia y de la venganza".

 

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