Sin embargo, al mismo tiempo en estos días tan grises hemos visto cómo los mexicanos se han volcado en ayudar a sus hermanos damnificados, a los que han sufrido pérdidas de familiares, a los que han quedado sin nada. Esta tragedia ha sacado nuevamente lo mejor de los mexicanos. Hemos demostrado que la generosidad, la solidaridad, la compasión y la entrega desinteresada son característicos de nuestro pueblo, y por eso, estamos orgullosos.
En la Ciudad de México, desde niños hasta ancianos, han salido a la calle a ayudar; han participado y lo siguen haciendo en labores de distintos tipos. Vemos gente que regala de lo que vende a cambio de víveres para los damnificados, gente que abre las puertas de sus negocios y regala artículos, servicios o comida, empresas que donan una cantidad por cada peso que donen los ciudadanos. Son muchas las muestras de apoyo y solidaridad de la sociedad civil.
Llama la atención especialmente la ayuda de cientos de jóvenes que se han hecho presentes para ayudar en la contingencia. Esto nos da esperanza. Si el futuro de México está en manos de estos jóvenes que ayudan desinteresadamente ante una emergencia como esta, México puede lograr cambios muy positivos como sociedad.