El padre del bebé y el médico acordaron practicar el aborto a la joven sin saber que ella era cómplice de un plan policiaco para arrestar a los implicados.

Una joven gestante, que atiende al apellido de Guzmán, logró evitar que mataran a su bebé y fue más allá, al denunciar a su pareja y al médico que realizaría esta práctica, el ginecólogo Horacio Felipe de Arrascaeta, jefe del área de Ecografías del Hospital Rawson, quien no tuvo escrúpulos, tras asegurarse el pago, en usar su propia casa familiar para someter a la joven a un aborto forzado. Todo a espaldas de la mujer, tras negociar la intervención con el padre de la criatura. Tampoco ninguna voz desde el feminismo parece alzarse para denunciar esta violencia contra la mujer.
Según el relato de la joven, el médico le habría hecho la revisación de ecografía para saber cuántas semanas tenía y ahí les habría citado para el sábado, a la hora de la siesta. "Me dijo que si tenía más de once semanas no se podía hacer eso ahí. 'Estamos justo para hacerlo eso acá', me dijo", subraya la madre, quien contó que el ginecólogo le habría dado una pastilla para introducirla en su cuerpo dos horas antes de la práctica. "Ahí se habló de plata y le dijo que tenía que entregar por lo menos la mitad de lo que costaba y mi novio dijo que tenía tres mil pesos y le entregó eso", resaltó.
Su colaboración con la emboscada policial permitió las detenciones
Tras esto, Guzmán presentó la denuncia y la Policía Científica le otorgó las herramientas necesarias para poder tejer la emboscada. "La Policía me dio una mochila con la cámara. Me puse nerviosa porque no quería que se dieran cuenta de lo que llevaba allí. Lo que hizo el médico fue inyectarme un calmante. En ese momento que termina de inyectar, la policía actuó. Me quedé donde estaba hasta que me llevaron al hospital", explica la gestante, quien confesó que "para mí fue eterno hasta que llegó la Policía. No habrá pasado más de diez minutos pero para mí fue eterno”.