Los niños que han sido testigos de violencia quedan lastimados emocional y fisicamente. Son victimas vunerables que, si no reciben ayuda, se convierten en "bombas de tiempo".

La factura empieza a cobrarse: niños y adolescentes que fueron tocados directa o indirectamente por la violencia en la ciudad y que no recibieron atención son "bombas de tiempo" a punto de explotar, dijeron expertos en atención a la infancia.

"Los niños que estuvieron expuesto a la violencia, que vieron cómo mataron a su papá, mamá o amigos quedan lastimados, en los menores de 11 años esto se refleja con una situación de regresión, dejan de poner atención en la escuela y se vuelven violentos y distraídos, dijo Silvia Aguirre, directora del Centro Familiar para la Integración y el Crecimiento (CEFIC).

Agregó que en el caso de los adolescentes los peligros son mayores, desde embarazos no deseados, anorexia, bulimia, adicciones, intento de suicidio u homicidios.

"Los niños se convirtieron en Juárez y en todo México en testigos prematuros del crimen y de la muerte, y por lo tanto, en víctimas de la violencia, ante la mirada de un mundo adulto que en su mayoría tiene la creencia de que los pequeños son impermeables a estos sucesos porque no entienden y por lo tanto no les afecta", dijo Ramírez.

Comentó que en 1977, un estudio demostró que los cerebros de niños expuestos a violencia extrema durante sus primeros años presentan un desarrollo anormal de la corteza que apunta hacia un comportamiento más impulsivo.

En esta frontera hay aproximadamente 14 mil niños huérfanos tras la crisis de violencia que deben ser atendidos por el Estado, dijo José Luis Flores, secretario ejecutivo de la Red por la Infancia.

Por otra parte, Nashieli Ramírez, defensora de los derechos de la infancia, aseguró que el homicidio de un estudiante a manos de otros menores es el resultado de la poca o nula respuesta del Estado ante la crisis de violencia que vivió la ciudad.