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¿Educación? ¿Sexual?

La relación de una pareja destinada a la plenitud y a la trascendencia no puede tener su principio fundamental en la genitalidad sino en la conciencia del necesario encuentro y reencuentro a lo largo de la vida.


  

 

"-¡Lo caliente no quita lo inteligente!..", "-¡No olvides llevar globos a la fiesta!..", "-¡Hazlo seguro!.."


Banales, frívolas e infrahumanas resultan las campañas de "Educación" "Sexual" que promueve nuestro gobierno. Basta con escuchar estos mensajes emitidos por el Consejo Nacional de Población para darnos cuenta de quiénes son nuestras autoridades y qué concepto tienen del ser humano.


La sexualidad es la propia esencia de la persona. Somos seres sexuados por naturaleza. Todas nuestras relaciones son sexuadas, no pueden ser de otra forma. Somos hombres o mujeres. Cada palabra, cada mirada, cada acción la expresamos así: como hombres o como mujeres.


La genitalidad es una parte de nuestra sexualidad, de nuestra humanidad; disociar la genitalidad de la sexualidad es un error de consecuencias irreparables.


Las relaciones genitales vividas a destiempo y sin el sentido de su esencia y trascendencia no sólo no construyen la vida sino que la destruyen. Páginas de internet, películas, programas de televisión exacerbados de contenido "sexual" donde lo único que parece importar es el propio placer... ¿Y "el otro"?, ¿su felicidad?, ¿su integridad?, ¿su estabilidad?, ¿el dominio de sí?, ¿el matrimonio?, ¿la familia?, ¿la intención del "para siempre"?, ¿el compromiso?.., parecieran todas, expresiones en peligro de extinción.


Una "educación de la sexualidad" reducida y a la vez exaltada, trae por consecuencia graves neurosis que privarán a los jóvenes de la posibilidad natural de ejercer una sexualidad adulta plena y feliz; cada vez los especialistas de la salud mental observan más y más casos de impotencia, frigidez y desviaciones en el desarrollo de la sexualidad humana.


Con gran acierto Paul Chauchard afirma que "las experiencias precoces falsean la conciencia sexual impidiendo una verdadera virilidad o feminidad, haciéndola inapta para el amor. No habrá una sociedad equilibrada y feliz sino una alternancia de animales en celo que cazan..." Hoy nuestros adolescentes no se sienten impulsados a aprender a ser hombres o mujeres si no sólo a ejercer sus funciones genitales.


Pareciera que la humanidad ha pasado del tabú a la esclavitud del sexo. No pienso de ninguna manera que el tiempo pasado fuera mejor; creo que el tiempo pasado fue tiempo pasado. Somos corresponsables del aquí y del ahora; de construir un ambiente impregnado de respeto por nosotros mismos y por los demás, resultado del ejercicio de nuestra inteligencia de nuestra voluntad y de nuestra capacidad de amar.


La energía sexual de la genitalidad es tan intensa, tan grande, que vivida en su momento y en su lugar es capaz de generar vida; no sólo la vida de una nueva persona, sino generar la vida de un "nuevo ser" en cada uno; un nuevo ser en dignidad y en plenitud. Y esa misma energía es tan fuerte que vivida en forma "obscena", es decir fuera de lugar y de tiempo, encandila e impide darse cuenta de los aspectos esenciales de la pareja, provocando errores irreversibles en la elección y en la relación.

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