Después de haber sido violentada, Paraguay protege a la niña y a su hija. Ambos necesitarán acompañamiento.

En abril de 2015, se conoció el embarazo de una menor, en ese entonces de 10 años, quien fue abusada por su padrastro. Llegó al hospital con un dolor de estómago y los médicos descubrieron que se encontraba en gestación.

Tras una fuerte presión, en especial de Amnistía Internacional y del Comité de América Latina para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem), organización local paraguaya, para que se le practicara el aborto, finalmente este jueves 13 de agosto dio a luz a una niña sana, de poco más de 3 kilogramos de peso.

El padrastro fue detenido y ahora se encuentra en un penal; por su parte, la madre estuvo un tiempo también en reclusión por la responsabilidad en la que pudo haber incurrido, pero tiempo después fue excarcelada. Las autoridades todo el tiempo atendieron a la menor, quien en ningún momento solicitó que se le practicara un aborto.

Grupos pro abortistas como los antes citados, sin escuchar las condiciones en las que se hallaba la niña o la opinión de ésta, impulsaron que se le "permitiera" abortar; incluso, que se legalizara el aborto en Paraguay.

La Constitución de Paraguay protege la vida desde la concepción, disposición que cuenta con amplio consenso social, por lo que autoridades, sociedad civil e Iglesias coadyuvaron para que las normas jurídicas se mantuvieran como hasta ahora. Observadores internacionales pudieron comprobar que la atención recibida por la niña era adecuada, que se encontraba sana y que el embarazo se desarrollaba normalmente.

Incluso, había quienes a los ochos meses de gestación de la niña, pugnaban por el procedimiento abortivo; no obstante, incluso la madre escribió una carta desde el centro de detención para que las organizaciones ya no importunaran más a su hija.

Este jueves, la menor dio a luz a una hija, por medio de cesárea en un hospital de la Cruz Roja en la capital paraguaya, Asunción.