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Cuidar cuando no es posible curar

La Pontificia Academia para la Vida dedicó su Asamblea a la atención de enfermos en fase terminal y ancianos, tema delicado cuando hay que tomar decisiones para los seres queridos.


  

 

UEutanasia, por su etimología (eu thánatos) es "buena muerte", "morir bien". Sin embargo, hoy se entiende por eutanasia la acción u omisión que –por su naturaleza o en sus intenciones– provoca la muerte del enfermo grave. Por lo tanto, la eutanasia representa siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya sea por un acto positivo o por la omisión de la atención y cuidados debidos.


Puede producirse por acción (administrar una inyección letal), se conoce como eutanasia activa; o por omisión (negar los cuidados mínimos o medidas ordinarias), es la eutanasia pasiva. Los cuidados mínimos son alimentación e hidratación (incluso por vía artificial), la limpieza especialmente de escaras, y la vía aérea permeable, es decir, que el aire pueda recorrer las vías respiratorias, ya sea al aspirar las secreciones o con la traqueostomía (hacer un agujero del cuello a la tráquea). Una persona sana o enferma (con mayor razón) necesita de esto, y si por ejemplo no se le alimenta, el paciente es probable que no se morirá de lo que tiene, sino se le matará de hambre.


La eutanasia voluntaria es pedida por el paciente, el suicidio asistido es cuando la misma persona la ejecuta y el médico sólo le pone los medios; y la Involuntaria o eutanasia homicida se realiza sin el consentimiento del paciente, de manera forzada.


Todas las formas de eutanasia son incorrectas, pues el medio u objeto, es decir, la acción u omisión, implican matar y, por lo tanto, es éticamente incorrecto.
La aparente justificación de la eutanasia está en dos ideas fundamentales:


• El principio de autonomía del sujeto, que tendría derecho a disponer, de manera absoluta, de su propia vida.


• Y la convicción, más o menos explicitada, de la insoportabilidad e inutilidad del dolor que puede a veces acompañar a la muerte.


El dolor de los pacientes –del que se habla y sobre el que se quiere fundamentar una especie de justificación o casi obligatoriedad de la eutanasia y del suicidio asistido– es hoy más que nunca un dolor que puede quitarse o disminuirse con los medios adecuados de la analgesia y de los cuidados paliativos, y con una adecuada asistencia humana y espiritual.


Detrás de algunas campañas en favor de la eutanasia se ocultan razones de gasto público, considerado insostenible e inútil frente a la prolongación de ciertas enfermedades.


La distanasia es lo contrario de la eutanasia y consiste en retrasar la muerte todo lo posible, por todos los medios, aunque no haya esperanza de curación y aunque eso signifique unos grandes sufrimientos añadidos para el enfermo. También se llama "ensañamiento terapéutico" y "encarnizamiento terapéutico". Es no dejar que un paciente se muera de lo que tiene cuando no hay posibilidad objetiva de mejoría.


A un paciente se le deben asegurar siempre los cuidados ordinarios (que incluyen la alimentación y la hidratación, aunque sean artificiales, la limpieza y la vía aérea permeable-aspiración de secreciones y traqueostomía). El médico debe darlos, la familia estar pendiente que los reciba y el paciente no puede renunciar a ellos.


Los cuidados paliativos son aquellos que no curan al paciente, que no van a prolongar una agonía, pero si harán que esté mejor. 

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