Para que un Estado cambie se necesita la participación de todos.

Leí hace tiempo la historia de un hombre que llegó a un pueblo descuidado y saqueado y comenzó a gritar en la plaza principal que era necesario un cambio de rumbo en el pueblo. El hombre gritaba y gritaba y comenzó a acudir una multitud a escucharlo. El individuo seguía gritando y exigía un cambio de costumbres y malas prácticas de ciudadanos y autoridades. Sin embargo, al paso de los días, eran menos cada vez los curiosos que rodeaban al hombre y ni un habitante parecía estar dispuesto a cambiar. Hasta que cierto día ya nadie se detuvo en la plaza a escuchar su mensaje. Pero eso no lo desanimó, ¡qué va!, el hombre seguía gritando a pesar de que ya nadie se acercaba a escucharlo.

Así pasaron los días. El hombre gritando y nadie escuchando. Al fin, alguien se acercó y le preguntó:

-¿Por qué sigues gritando? ¿No te das cuenta de que nadie está dispuesto a cambiar?

Y entonces el hombre respondió:

- Sigo gritando porque si me callara, ellos me habrían cambiado a mí.

No es difícil descubrir la moraleja de esta historia. El hombre no daba su mensaje para llamar la atención o recibir algún apoyo, sino porque sentía que era su deber hacerlo y creía en lo que hacía.

Me parece que buena parte de los regiomontanos nos parecemos en algo al hombre gritando en la plaza. Desde hace tiempo cientos de voces se sumaron al grito de pedir un cambio de rumbo en Nuevo León. Decenas de ciudadanos quejándose a diario de la corrupción y señalando fallas en el gobierno como la megadeuda, la educación, la pobreza, la seguridad, la vialidad, el desarrollo urbano...

Sin embargo, aunque parecía que nadie los escuchaba, el pueblo no se desanimó, siguió "gritando" sin darse por vencido. Algunos ciudadanos hasta se organizaron y formaron asociaciones civiles.

Pasaron los meses y llegó el día de las elecciones. Entonces el pueblo decidió "gritar" -además de en las "plazas"- en las urnas, y así logró sacar a los partidos políticos del gobierno, apostando por un gobernador independiente, confiando y esperando que él sí resolviera las peticiones y necesidades del pueblo.

Este domingo, Jaime Rodríguez Calderón, el famoso "Bronco", se convirtió en el primer gobernador de Nuevo León sin ser postulado por partido político.

''El Bronco'' recibe al estado con una impresionante deuda y una serie de graves problemas en secretarías y paraestatales, de sobra conocidos.

¿Pero sabe usted? Ningún presidente o gobernador, a pesar de su buena voluntad, podría conseguir por sus solas fuerzas un mejoramiento. Todos sabemos que nuestros problemas no puede el nuevo gobierno resolverlos solo.

Se necesita, ¡claro está!, seguir "gritando en la plaza", pero lo que más necesitamos los nuevoleoneses es gritarnos a nosotros mismos, exigirnos un cambio en nuestra vida personal, familiar y laboral. Hacer que nuestro trabajo de todos los días, brille, irradie, sea realmente extraordinario.

El caso es, lo sabemos, que el nuevo gobierno recibe un estado emproblemado. Pero como le digo, no basta con seguir "gritando", grillando o señalando culpables, también es hora que cada uno pongamos de nuestra parte y nos ocupemos de nuestro pequeño mundo: hogar, hijos, colonia, trabajo... Porque el día en que estos mejoren, ya habrá mejorado, y mucho, nuestro querido Nuevo León.