Los cristianos en el sur de Colombia viven en situación de peligro a causa de las amenazas de los grupos guerrilleros, que han prohibido los servicios de adoración en las zonas rurales bajo su control.
Se calcula que 150 iglesias en Colombia se han visto obligadas a cerrar desde julio, cuando el Frente 32 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) lanzó una campaña represiva contra los católicos y las iglesias evangélicas en el departamento de Putumayo.
Las FARC-EP han prohibido la celebración de la misa y el culto evangélico en las ciudades más pequeñas y en las aldeas. Sólo a las congregaciones que tienen el permiso expreso del grupo rebelde se les permite mantener los servicios religiosos sin temor a represalias.