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Uno de cada 5 niños padece estrés

Los padres deben estar al pendiente para detectar las señales de alerta y dar la atención adecuada que se requiere.


  

 

Similar al desgaste ocupacional que sufren los obreros, denominado como síndrome de burnout, que consiste en una respuesta prolongada de estrés en el organismo ante los factores estresantes emocionales e interpersonales que se presentan en el trabajo y cuyos síntomas son fatiga crónica, ineficacia y negación de lo ocurrido, los niños también pueden sentirse agobiados por el estrés en la escuela, en la familia y aun durante las actividades de ocio.


En Alemania, por ejemplo, los niños sufren mucho estrés. Un nuevo estudio revela que uno de cada cinco niños se siente agobiado y uno de cada tres está insatisfecho con su vida.


Y las consecuencias, según la investigación realizada conjuntamente por la Universidad Bielefeld y la asociación Bepanthen-Kinderförderung, son aún más preocupantes: depresiones, miedo a fracasar y una potencial actitud agresiva.


"El porcentaje de los niños que no tienen estrés es minúsculo", comentó a Deutsche Welle el pedagogo Holger Ziegler, autor del estudio. En muchos casos, a pesar de que hay varios síntomas, como dolores estomacales o cabeza, náuseas, pesadillas, cansancio o desgano en cosas que normalmente les gustan hacer, los padres ni siquiera se dan cuenta del malestar de sus hijos, señala Ziegler.


Para el estudio fueron entrevistados unos 1,100 niños y 1,039 padres de todas las capas sociales. La mayoría de los progenitores dijo que sus hijos solamente tenían un estrés moderado. Además, el 87.3% no creía exigir demasiado a sus niños. La mitad de los padres, en tanto, se mostró dispuesta a hacer cualquier cosa para incentivar a sus hijos. Sin embargo, muchos padres también manifestaron su temor a nunca hacer lo suficiente por sus vástagos. "La discrepancia en la percepción es notable", destaca el pedagogo de la Universidad Bielefeld.


Ziegler ve el problema principalmente en que "los padres siempre comparan a sus hijos con otros de la misma edad". Por otro lado, añade que no son solamente las grandes esperanzas de los padres las que causan estrés, sino también la escuela, el abuso de alcohol de algún miembro de la familia, el divorcio de los padres o la enfermedad de un familiar.


Esto no es muy distinto en América Latina. Aunque es difícil extrapolar los resultados pues las realidades económicas, políticas y culturales son muy distintas, Ziegler está seguro de que las circunstancias y las dinámicas son más o menos las mismas: "El divorcio de los padres, por ejemplo, afecta a todos los niños y causa estrés", dice. "Y todos los padres deberían mirar los deseos de sus hijos, quitarles las grandes expectativas y el miedo a fracasar y darles más tiempo libre para soñar y jugar".


El pedagogo menciona un estudio internacional realizado por Inge Seiffge-Krenke en 2008, el cual mostró que alumnos alemanes sufren estrés con la misma frecuencia que alumnos peruanos y que el estado familiar tenía gran efecto en cuanto a su percepción: jóvenes de familias monoparentales notaron más estrés escolar que jóvenes de familias completas. Aparte de esto, el informe señaló que la mayoría de los jóvenes de ambos países sentía mucha presión por sacar buenas calificaciones, por aprobar materias complicadas o la competencia con sus compañeros.

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