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La política del hijo único deja cicatrices

La política de un solo hijo tuvo un profundo efecto en la vida de los ciudadanos chinos.


  

 

Después de 35 años, China ha anunciado que va a abandonar su "política del hijo único." La decisión parece haber sido impulsada por las preocupaciones de que la baja tasa de fecundidad del país crearía una crisis que podría llegar a poner en peligro la legitimidad del gobierno del Partido Comunista. Detrás de ese panorama, sin embargo, hay millones de imágenes pequeñas: las vidas individuales afectadas por la política de un solo hijo y el sufrimiento humano que causó.


A pesar de que no fueron aprobados por el gobierno, los abortos obligados y la esterilización obligatoria fueron parte de la política del hijo único de China desde la década de 1980. La creciente ira por las prácticas llevó a Pekín a presionar por medidas menos coercitivas en la década de 1990, incluyendo métodos de planificación familiar. Sin embargo, aunque el gobierno nacional pudo haber prohibido estas prácticas, funcionarios locales y provinciales con frecuencia no prestaron atención a la implementación de dicha política, ya que ayudar a mantener la baja tasa de natalidad era a menudo un camino a una promoción.


En el 2005, los agricultores de la ciudad de Linyi dijeron a The Washington Post que las autoridades locales allanaron las casas de las familias con dos hijos y exigieron esterilizar al menos a uno de los padres. Las mujeres embarazadas que ya tenían dos hijos fueron detenidas para realizar los abortos. Si las personas trataban de esconderse, sus familiares eran encarcelados.


Se reportaron casos de abortos forzados en fechas tan recientes como el 2012. Ese año, una mujer embarazada fue arrastrada a un hospital por las autoridades de la provincia de Shaanxi y obligada a tener un aborto porque no podía pagar la multa impuesta de 6,300 dólares por tener un segundo hijo. Después de que las fotos de la madre—que estaba embarazada de siete meses— en una cama de hospital sosteniendo el cadáver de su hija se publicaron en redes sociales, la indignación se extendió por todo el país.


Inicialmente, las autoridades locales dijeron que el aborto de la mujer había sido llevado a cabo "de acuerdo con la ley". Una investigación posterior consideró que el aborto tardío fue una "grave violación" de las políticas nacionales. El marido de la mujer recibió eventualmente una indemnización de unos 785 dólares.


Aquéllos que trataron de llamar la atención sobre estas prácticas arriesgaron la ira de las autoridades locales. Quizás el más famoso es Chen Guangcheng, un "abogado descalzo", ciego, quien presentó una demanda colectiva contra las autoridades de Linyi por su uso de abortos forzados y esterilizaciones en la aplicación de la política del hijo único. Chen fue posteriormente encarcelado durante cuatro años, lo que fue ampliamente visto como un castigo por su acción legal. Incluso después de su liberación, él y su familia fueron puestos bajo arresto domiciliario y se enfrentó a la violencia en repetidas ocasiones.


La política de un solo hijo tuvo un profundo efecto en la vida de los ciudadanos chinos. Cabe destacar que, en un país donde los hijos de largo habían sido favorecidos en las comunidades rurales, un problema del infanticidio femenino se desarrolló rápidamente después de la implementación de la política. Un informe sugiere que por lo menos 1 millón de bebés murieron en los primeros 10 años de la política, la mayoría de ellos niñas. "Yo amaba a mi hija", le dijo a Michael Weisskopf un agricultor que mató a su hija en un innovador artículo de 1985 que abordó el problema. "Pero tarde o temprano se casaría, me dejaría por un marido. Yo la hubiera apoyado durante 20 años para nada".


Posteriormente, a pesar de la oposición del gobierno, los padres usarían tecnologías selectivas por sexo para asegurar que tendrían un hijo varón. Una estadística ampliamente citada sugiere que hasta 95% de los niños en los orfanatos chinos son mujeres.

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