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Así se vive la escasez dentro de una farmacia en Venezuela

“No hay” es la frase que más pronuncian los farmaceutas venezolanos en un día promedio de atender pedidos. Lo que más escasea son las medicinas para tratar enfermedades crónicas. Clientes han convulsionado en el local.


  

 

En Venezuela el desabastecimiento de medicamentos alcanzó el 85% en abril de 2016, de acuerdo con las cifras de la Federación Farmacéutica de Venezuela. En el caso de las medicinas para tratar las enfermedades crónicas tan comunes como la hipertensión arterial o la diabetes subió a 95%. De los Medicamentos Esenciales definidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), 65% no pueden ser adquiridos debido a su inexistencia; entre ellos, fármacos antiinfecciosos y antibacterianos, como los antibióticos. La Sociedad Venezolana de Psiquiatría también reportó que la disponibilidad de drogas psiquiátricas en el país se redujo en 70%: de las 20 fórmulas farmacológicas para tratar la depresión, solo se consigue una y de forma irregular.


Le preguntan a Eneida Logart –gerente de la farmacia– si tiene Keppra, un fármaco para tratar las convulsiones y ella revisa en el depósito aunque sabe que estos medicamentos son de los que más escasean en el país. Las consecuencias las ha visto allí mismo: pacientes con síntomas de preinfarto y epilépticos que han sufrido ataques al otro lado del mostrador, pidiendo un tratamiento que no hay.


—Llegan diciendo: ‘¡Doctora, doctora!’, y cuando vas a ver, ya están tirados en el suelo, convulsionando. ¿Qué puedes hacer? Auxiliarlos, meterles algo en la boca para que no se muerdan la lengua, llamar a los bomberos. Imagínate, se te desmaya una persona, empieza a brincar delante de uno...¿cómo haces? Y tienen que seguir así, peregrinando a otras farmacias. Esa es la crisis que tenemos ahorita, son medicamentos que la gente no puede dejar de tomar. En Venezuela estamos como a la buena de Dios.


También hay quienes descargan la frustración con el personal y se alteran o lloran. Auxiliares y farmaceutas cuentan que han tenido que aprender a calmarlos, explicarles que no es su culpa que no tengan algún medicamento e invitarlos a volver o llamar unos días después por si ya lo tienen.


Una droga de las que escasean puede llegar a la farmacia, pero no saben cuándo la volverán a recibir o si la volverán a recibir. No hay certezas y los clientes acusan a los dependientes de no querer venderlas o de tenerlas escondidas, llegando incluso a agredirlos física y verbalmente.


Eneida Longart lee cada récipe con calma. A veces niega con la cabeza y sin embargo va hacia el depósito, revisa y regresa con las manos vacías, diciendo con amabilidad que no consiguió nada.

 

La escasez de medicamentos y el deterioro del sistema hospitalario han desatado una emergencia sanitaria que la crisis política en la que está sumido el país tiende a agravar.


En mayo, la mayoría opositora en el Parlamento aprobó la Ley Especial para Atender la Crisis Humanitaria en Salud que la mayoría chavista en el Tribunal Supremo de Justicia declaró inconstitucional. Porque según el presidente Nicolás Maduro, la vigencia de esa ley invita a una posible “intervención extranjera”, pues implicaba aceptar ayuda de otros países para atender la emergencia.


En el mismo mes, el gobierno venezolano decretó Estado de Excepción y Emergencia Económica, que le otorga poderes a Maduro para aplicar medidas extraordinarias. En diciembre de 2015 el gobierno ya había lanzado sin éxito un Plan Nacional de Producción de Medicamentos “para garantizar la distribución de más de 333 millones de unidades de fármacos genéricos en todas las farmacias del país en el primer trimestre de este año”.

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