Investigadores de la Universidad de Helsinki (Finlandia) sostienen que los sonidos escuchados en el útero pueden moldear el cerebro en desarrollo del bebé antes de nacer e influir después en la adquisición del lenguaje y el habla.
Con este hallazgo podrían tratar padecimientos desde antes de nacer en niños con dificultades del lenguaje o dislexia.
A partir de la semana 27 de gestación, los bebés pueden percibir los sonidos de su entorno. No sólo se habitúan a la voz de su madre, sino que empiezan a familiarizarse con el idioma hablado en su entorno.