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Paliativos: no curan, pero mejoran la calidad de vida

Porque ningún ser humano tiene derecho de decidir sobre cuando termina la vida de otro y porque los enfermos merecen un acompañamiento digno, por eso existen los cuidados paliativos.


  

 

Indudablemente la medicina ha experimentado un espectacular avance en muy poco tiempo. Sin embargo, los éxitos en el campo del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades no siempre se han traducido en una mejor atención al paciente y aun cuando ésta no lo cure, aun cuando no le devuelva la salud, lo trascendente es que le haga sentirse como un ser humano, lo cual puede resultar equivalente, así sea de manera transitoria, con una mejor calidad de su ya menguada vida. Varios de los integrantes que tratan a los enfermos terminales —especialmente los médicos— olvidan la importancia que para estos tienen actos tan sencillos como darles la mano o una caricia en la cara, en la espalda o en la frente. Los cuidados paliativos nacieron con la primordial atención de cubrir ese hueco, ese faltante: que sientan un apoyo afectivo y emocional. Actualmente se denomina "paciente terminal" a aquella persona que transita por una enfermedad avanzada, progresiva e incurable. La mayoría de estos pacientes sufre algún tipo de cáncer —una cuarta parte de los que lo padecen son tratados con cuidados paliativos— aun cuando puede tratarse de personas con grave insuficiencia renal, hepática o cardiaca. Los factores que merman su salud son múltiples, intensos y variables, pero no se trata únicamente de problemas médicos. La presencia explícita o no de la muerte tiene un gran impacto emocional tanto en el paciente como en su familia cercana.

 

Os refiero que el equipo médico de cuidados paliativos no prolonga la vida ni tampoco acelera la muerte. Su función es controlar los síntomas del paciente, en particular los que más molestias y dolor les producen, así como apoyarlo emocionalmente. Tan importante como controlar esto es mantener una relación de comunicación y apoyo lo más sólida y continua posible, tanto con el paciente como con sus familiares más cercanos. Son muchas y muy variadas las personas que intervienen en el proceso del cuidado paliativo: médicos, enfermeras, sicólogos, sacerdotes, rabinos o pastores protestantes, fisioterapeutas y trabajadores sociales. Todo un equipo interdisciplinario que tiene que adaptarse de continuo a la cambiante situación del enfermo terminal.

 

Os recuerdo que el dolor, la algesia, es frecuentísimo en muchos padecimientos encabezados por los cancerosos, especialmente en las etapas finales de ellos.

 

TRES APOSTILLAS. Según la OMS, los enfermos terminales sufren "dolor innecesario". Esta organización comenta que entre los enfermos terminales de cáncer en algunos hospitales y casas que atienden a mayores de edad, más de 25% no suelen recibir ningún calmante en sus últimas 24 horas. El control del dolor representa un reto alcanzable... Para muchos enfermos, el dolor es más angustioso que la propia muerte. En pacientes con enfermedad avanzada el dolor es el acompañante habitual en el trance de morir. Muchas de ellas insisten en afirmar que no le temen a la muerte, pero les aterroriza el proceso doloroso de la agonía. Tratar y reflexionar sobre los aspectos éticos relacionados con la asistencia a los enfermos que sufren y se quejan de dolor en la fase terminal de una enfermedad cuando su dolor ya no ayuda al diagnóstico, ayudará a humanizar la atención sanitaria que se les otorga y a conseguir que el porcentaje que padece dolor y no desea padecerlo se aproxime a 0 por ciento.

 

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